Perder el espejo es poner un pie en la locura.
Es perder la referencia primero de cómo soy, luego de quién soy, y finalmente de qué soy.
Pierden el espejo los crotos. Porque pierden el espejo se derrumban a la crotura y porque son crotos no tienen en quién mirarse.
Está el otro imaginario —el otro siempre es imaginario—, se dirá y es cierto, perfectamente cierto, y aún así, el otro imaginario no sostiene la cordura, el lazo con la realidad en que vive el cuerpo.
Ahora, el espejo tiene un espesor muy fino, de un grosor que tiende infinitamente a la nada.
Porque vamos al espejo, topemos la referencia y luego quedémonos.
No tarda mucho en llegar la desnaturalización de nuestra imagen.
A poco mirarnos ya nos extrañamos y el proceso no se detiene, se acelera.
Sabemos que si no nos apartamos rápidamente, entraremos en la locura.
Cuando niña jugaba a mirarme en el espejo hasta asustarme.
ResponderEliminarMe divierto barato o estaré loca? O las dos?