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martes, 17 de abril de 2012

Deriva

Una amiga del fondo me dice que la palabra planeta viene del griego errante.

Claro, cuando aparece la traducción la idea de planeta cambia. Quizás le faltó decir a Ricoeur que todo intento de traducción es asimilable a la metáfora.

Los griegos debían ver astros fijos en el cielo de la noche y astros errantes. Una vez entendí que los nómades vagan por un circuito, bastante definido. Yo pensaba que simplemente andaban, sin trazado, que eran verdadera, puramente errantes. Que tuvieran un circuito, que todos los años pasaran por el mismo lugar, quizás a lo largo de milenios, destartaló mi idea del nomadismo. 

Es lo mismo que el asunto de los tigres, animales puramente solitarios, que deambulan entre los riachos de la selva, bajo un techo de plantas gigantes y carnosas. Su vida es andar por allí, durmiendo solos, caminando, dándose el gusto de un chancho o un mono. Pero un día se encuentran con otro tigre. Se pelean, cazan juntos un buey, se aman. Esos encuentros hacen una red. Una trama hecha de encuentros unidos por inextinguibles recorridos de soledad.



























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