Ayer di mi primer examen de idioma chino.
Estudio chino porque estoy haciendo la revista Dang Dai, de
intercambio cultural con China.
Hago la revista porque necesito hacer algo con mi herencia
vacía —mi padre ha puesto una fosa entre la China a la que pertenece y yo.
De modo que estudiar chino tiene una lejana remembranza al
robo del fuego.
El examen no fue difícil, aunque tampoco fácil.
La profesora (china) ayudó; quiere que no nos desalentemos
ante una empresa que todo el tiempo parece desmesurada, quiere que aprendamos
su lengua.
Los compañeros ayudaron. Chicos argentinos, incluso un
chiquito de la generación de mis hijos que también tiene mezcla de chinos con
vascos.
El examen no fue difícil, pero sentí que me desplomaría al
terminar.
Esta mañana tuve que estar en un trabajo que llevaba
concentración, también. Desde la madrugada.
Ahora es sábado a la noche y aún estoy aguantando el momento
que siguió a que entregué las hojas del examen.
Hoy es uno de esos días que estoy solo. En el silencio
empieza a subir como el agua cuando el río crece rápido, un zumbido, tres
zumbidos, un enjambre de zumbidos que me abruma, me ensordece y no me deja
pensar.
Los chicos de La Delio Valdés me invitaron a su show de esta
noche. Me gusta mucho la música que hacen. Pero me parece que no iré. Creo que
me propongo deprimirme.
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