Me levanté con Ruthie Foster cantándome dentro de la cabeza.
Cantaba I got a hole in my pocket. Tan fuerte fue el llamado, que
cuando me puse a trabajar en la PC lo primero que hice fue poner el tema. Dos
horas después, en la sesión de análisis apareció el asunto del potlatch —que usé
para expresar mi placer por quemar todo—, la duda de si no quemaba todo para no
tener nada y así no compartir, o para quitarme la culpa de no haber compartido;
apareció el personaje del hijo mezquino en nuestra familia Lorenzo, el nene que
se cree que tiene derecho a que todo sea suyo. Mientras, Rothie Foster seguía
en mi cabeza, y de repente hole se me confundió con whole. I got a whole in my pocket –y también empezó a cobrar sentido
la segunda línea, I got in my pocket / where
all slips away.
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