Estamos exhibiendo en la Fundación Standard Bank pinturas del cantonés Lo Yuao, amigo de mi viejo.
Las obras pertenecen al segundo momento de su carrera,
dedicado a la pintura tradicional china. La muestra ubica en el espacio una
paleta de temas clásicos: paisajes de montaña, bambúes, peces, grullas,
caligrafía, caballos, tigres, cerezos y peonías.
Sin embargo, la historia personal de Lo Yuao traiciona sin
su permiso el desdén del arte chino por la originalidad. Era completamente
chino, pero no se hizo pintor de pintura china sino en esta remota Cuenca del
Plata, y para entonces ya había pasado veinte años absorbiendo camalotes en el
agua y mosquitos en la piel, el mate, los argentinos y la humedad perpetua. Ese
mundo se le implantó en su pintura china, que debía ser genéticamente
incontaminada, tan pura como una flor de loto. La curadora de la muestra, Victoria
Tolomei, hace notar, entre los retratos
de caballos, uno que está siendo apialado por un paisano. Las casas junto al
agua que lame viejas montañas calvas, se parecen mucho a los ranchos de las
islas del Yaguarón. Por su parte, la coordinadora del Área Cultural de la
Fundación Standard Bank, Agustina Punte, indica que “los objetos están
centrados, lo que es típico de la pintura occidental… hay detalles que revelan
cómo el ojo artístico de Lo Yuao se crió en Argentina. Podemos rastrear en esta
obra china influencias de algunos maestros de la Asociación Estímulo de Bellas
Artes, donde se formó inicialmente”.
Victoria descubre la potente originalidad de la obra en el
uso de servilletas como papel base. “Es una solución muy argentina; Lo Yuao no
conseguía papel de arroz e hizo lo que pudo con lo que tenía a mano”.
Lo Yuao fue un hombre solo, sin un lugar al que volver, liberado
del tiempo y el espacio en un departamentito del barrio de Tribunales. No
podría haber encontrado un lugar más remoto de China, y allí se dio a las
imágenes que llenaron por milenos la fantasía visual de los chinos.
Los cuadros de la muestra que Camilo Sánchez ha nombrado La Frugalidad emergen de una vida
liberada de toda fuerza. La estética china le aporta la anulación de la fuerza
de gravedad y de la dictadura del tiempo, pero Lo Yuao no está preso de ella. Ha
conseguido una suerte de nirvana enganchándose a una de las ruedas de la
eternidad inmaterial. La circunstancia de estar en el salón ante las obras conduce
a un estado de leve sopor, lo que anticipa la sugestión: uno entra, dulce,
amablemente, en el estado que había conseguido Lo Yuao. Uno es absorbido por su
realidad transparente.
La muestra está abierta de lunes a viernes, de
FOTOS DE LA INAUGURACIÓN
Agustina Punte, coordinadora del Área Cultural de la Fundación Standard Bank y Victoria Tolomei, curadora de la muestra. |
Teresa Yuan y Margarita Hsieh, las dos madrinas de la Revista Dang Dai. |
Mariana Padilla con marido y Néstor Restivo. |
Leyenda viva: Benito Laren. Atrás, otra leyenda, Yuri Dudtichivsky. |
Grupo de trabajo. |
Impresentables: Fer, Gustavo, Pablo Dipascuale, Romina Pighin, Loreley Ritta, Gastón Pérez Ng. |
Sr. Hsieh y Pablo Chen. |
El equipo de Dang Dai. |
Fer era practicante de un arte marcial y le pidió a Lo Yuao que le escribiera "kung fu" en chino. Lo Yuao accedió y se lo escribió en un cartoncito. Fer se lo tatuó en el hombro izquierdo. |