Los otros días me encontré a Juancito Schwarzman. Tuve un
sentimiento muy fuerte. Lo abracé un rato largo, lo retuve. Yo mismo me
sorprendí de que me sorprendiera tanto. Y él: “¡Eh! ¿Qué pasa? Parece que
hubieras visto un fantasma, mirá que no me morí, ¿eh?”. Siempre fue perceptivo.
Y supimos ser muy amigos, de esos que coinciden en todo.
Creo que sin decirme nada, yo había asumido que ya no lo vería
más.
Que lo vería en la próxima vida.
Primero me había entristecido, pero luego me fui
acostumbrando y al fin estaba en paz con ese futuro.
Pero los otros días lo encontré. Qué alegría me dio.
Quizás nos veamos de nuevo y le pueda decir esto, o quizás
se lo diré más adelante.