Tiene algo del primer José Arcadio Buendía. Mira un terreno,
ve que es una tierra magnífica para cultivar manzanas.
Se entusiasma como un loco. Se pasa cuatro meses
proyectando, tiempo en que abandona todo por su berretín. Aprende la
agricultura, se hace experto en frutas, especialista en manzanas.
Vende todo lo que tiene y lo invierte en plantar un
manzanal, construir una casa, galpones, frigorífico, máquinas, contratar gente,
contratar consultor, etc.
Se dedica al tema varios años, hasta que empieza a sacar
producción.
El día que mira el monte, con los árboles verdes cargados de
manzanas rojas, ese día suspira de satisfacción y se va. Ha cumplido su sueño.
¿Y las manzanas?
¿La producción?
¿Los años que vendrán?
¿El progreso?
¿La herencia a sus hijos?
No piensa en nada de eso.
Se apasionó con un proyecto, lo logró y ahora espera la
inspiración para otro.