Me gustan las personas muy afines a mí porque no es necesito
explicar los chistes, porque cuando alguien dice algo uno ya sabe qué piensa el
otro y porque nos miramos y ya no necesitamos decirnos nada.
Y me gustan las personas muy extrañas porque me plantean el
desafío de crear un entendimiento, para lo cual tengo que lograr comprender
algo de su lógica y hacer comprensible algo de la mía.