Si quisiera agradecerle a García Márquez algunas cosas que
escribió, mejor lo hubiera hecho antes de que muriera.
Hablé con él una vez dos palabras. Me pareció un fanfarrón
latinoamericano, de esos que necesitan mostrar todo el tiempo que tienen una
gran poronga. Pero fueron dos palabras.
Si le hubiera agradecido creo que le habría mencionado la
sintonía que sentía mi madre entre su imaginación y la fantasía de la
superstición que a ella la hacía feliz, legada de su origen gallego. Le habría
recordado que el final de Cien años de soledad me produjo el más vívido y
urgente momento de lector. La diría que siguen vivos en mi experiencia la nena
que llega de la mano de su mamá al pueblo del bochorno seco, Esteban, la
adolescente prostituida, el ángel en el gallinero, la pareja que no podía
dormir porque el pueblo se llenaba de olor a rosas, el mellizo gordo y la
amante que lo esperaba mientras diluviaba, Memé, los gitanos, Úrsula Iguarán
maquillada de payasito y puesta a dormir en una caja de zapatos, el sonido de
los huesos dentro de la pared. Le habría contado que un día, ya grandes,
descubrimos con Pablo Makovsky que en la primera adolescencia, sin saber que el
otro estaba leyendo el mismo libro, nos la pasábamos tomando un tazón de café
sin azúcar como hacía el coronel Aureliano Buendía.
No publicaría esto hoy si García Márquez se mereciera el
silencio, pero en cambio se ganó el penoso castigo de las plañideras sin
cabeza, porque fue lo que cultivó a partir del momento en que decidió
bastardear su obra y comenzó a hacer editar textos escritos con aquellas
características que el mercado celebraba de sus primeros relatos.
Pedro Perucca rescata esta impecable frase de Saer: "Creo
que perdió sus referencias. (...) Tiene un territorio comercial que defender y
eso me parece que ha viciado un poco su literatura. dicho esto, yo no tengo
ninguna animosidad personal contra García Márquez y le deseo que continúe con
los éxitos con los que ha comenzado su carrera por mil años más. Pero yo me
permito desinteresarme de sus productos".
PS. Hay también este comentario de Passolini de 1973, que es arrasador: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/04/gabriel-garcia-marquez-un-escritor.html
Claro, nosotros no podemos despegarnos del todo. Al menos de la mano de GGM vino Faulkner y nuestras charlas a los 19 años. Tu cita de Pasolini es exactamente lo que escribió Pauls el domingo: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-9671-2014-04-21.html
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