Alguien me explicó que tal vez un chino no será comedido en
la calle, no saludará, seguramente no se acercará a alguien que parece estar en
problemas, y ante eso los argentinos acusarán a los chinos de retraídos,
antipáticos o poco amigables.
Sin embargo, un observador más fino podría comprender que
esa actitud no es tan rara si se considera que el chino está en un país
completamente extraño, donde las cosas no suceden como él espera que sucedan,
sino de formas impredecibles para él.
¿Cómo ayudaría, por ejemplo, a una chica que está parada
llorando en la vereda? Pongámonos un segundo en el lugar del chino. ¿Lo
correcto es detenerse a su lado y hablar con ella? ¿Ella no lo tomará a mal, o
no lo tomarán a mal las demás personas que andan por la vereda? ¿Y luego qué
hacer? Si no hablo el castellano, ¿cómo le pregunto cualquier cosa? Y si me
llega a hablar, ¿cómo responderle? Etcétera.
La persona que me dio esta explicación me dijo también que
seguramente quien condene a un chino de grosero o mal educado por seguir de
largo ante la chica que llora en la vereda, desconoce este aspecto de la vida
de los chinos: la fuerza de lo comunitario es tan grande que en el instante en
que integran a alguien en su grupo, lo cuidan, lo tratan como a un igual, le
resuelven todos los problemas, se afanan en revisar cada aspecto de su vida
entre todos como si fuera propio, usan lo que tiene la comunidad para su
bienestar sin miramientos ni sentido del negocio.
La comunidad es absolutamente sólida para los chinos. Se
puede romper, pero mientras dura es incondicional y existe para el bien de cada
uno de sus miembros. Éstos, a su vez, obedecen sus decisiones y se comportan en
bien de su funcionamiento.
Ese “alguien” que me dio las explicaciones fue Ana Kuo (en la
foto: polera marrón, lentes, vaso rojo), a la sazón profesora, a la
sazón tan china como argentina, de modo que comprende las incomprensiones como
pocas personas en Argentina, porque, también a la sazón, tiene una inteligencia
brillante.
Y me dio las explicaciones para la nota sobre los prejuicios
cruzados entre chinos y argentinos, que está en el Nº9 de Dang Dai.
Ana vino a la reunión de presentación del Nº9 con sus hijas Constanza y Delfina, las dos niñas más parecidas a muñecas perfectas que vi en
mi vida. También vino con una amiga (en la foto: a la derecha de Ana Kuo, pulóver negro de cuello
en V) que llegó hace poco de Hong Kong, de donde mi padre llegó hace 60
años. La chica no sólo comprendió naturalmente mi apellido cuando lo pronuncié
—cosa que no me sucede ni siquiera entre los chinos—, sino que me dijo que era
también el apellido de su mamá.
Otra chinita que honró la fiesta fue Serena Heiying (en la foto: a la derecha,
pelo corto, camisa bordó, vaso transparente), una luz de simpatía, que
se cruzó todo el planeta para estudiar español y ahora cursa un posgrado en
Psicología Educativa.
Como en la reunión anterior, estuvo Carola (en la foto: sobre uno de los
vértices de la mesa, sonrisa amplia, pañuelo té con leche, vaso de metal),
la hermana de Ana, quien vino con sus hijos Amanda y Enoch, quienes
me han regalado un espectáculo divertidísimo en la casa de su abuelo Pablo Kuo:
dos chicos argentinos con un carácter de temer hablando a los gritos con sus
abuelos, unos en español, otros en chino, para que les bajaran de un armario
una caja gigantesca de golosinas.
Carola y Ana son las creadoras y directoras de la ACCA,
Asociación Cultural China Argentina, donde se dan clases de idioma chino y
cursos de cultura china. Tienen a cargo la sección de caligrafía de Dang Dai.
Observé que un momento Constanza, Delfina, Amanda y Enoch
entraban desde el parque donde jugaban a los juegos y con un iPad, a un lugar
donde estaba la comida. Entraban en tropel, pero silencioso, llegaban hasta el
lugar y corrían como gallinas de nuevo al parque. Me acerqué curioso y encontré
una caja de galletitas de la suerte. Entendí
que en una vez en el parque, la mayor del grupo, Amanda, 10 años, les leía los
mensajes a los demás, reflexionarían todos sobre el asunto y luego se
abalanzarían otra vez adentro del quincho a robar otra galletita.
Las galletitas de la
suerte habían sido un aporte de Carolina
Reymúndez (en la foto: margen izquierdo, polera
negra, mirando hacia fuera del marco), cuyo relato de su viaje al Tibet
estamos esperando con ansiedad. Carolina es una trashumante perenne. No vive si
no viaja, y cada viaje de ella es una vida. Y viaja constantemente desde que
era adolescente, de modo que aún siendo una sub35 ya debe acumular un centenar
de vidas. Muchas están plasmadas en su libro El mejor oficio del mundo. Se me hace que para Carolina estar en
estas reuniones tiene mucho de viaje.
Esta reunión en particular tiene más de viaje que las otras,
como dijo el codirector Néstor Restivo
(en la foto: bajo el televisor, cabello temporariamente
en falta), porque la presencia china está emparejando la argentina, cosa
que lleva las cosas a un estado más equilibrado que las primeras reuniones en
que, llamándonos revista de intercambio cultural argentino-chino, había uno o
dos chinos perdidos.
Un aporte chino decisivo a la revista y a la reunión fueron Susana Liu (en
la foto: entre Ana Kuo y la chica de Hong Kong, pañuelo negro y blanco)
y Pablo Zhong (en la foto: revista Dang Dai en el extremo del brazo
estirado), famoso como Chino Zhong, quienes son los traductores y
asesores lingüísticos de Dang Dai. También fueron un ingrediente central de la
fiesta, porque nadie más inclinado a la alegría comunitaria que el Chino Zhong,
que hizo brindar a todo el mundo a cada rato, nos hizo reír y nos causó más
ganas de estar juntos. Susana haciendo esfuerzos para mesurarlo fue parte de
una sucesión de escenas que nos dejaron con un fuerte amor por los dos.
La reunión fue nuevamente en el quincho de Luciana Denardi (en la foto: debajo de Néstor, pulóver a rayas multicolores), quien
ya ha convertido el lugar en una sede de Dang Dai. Luciana tiene una fuerte
vocación por la socialización china. Es el tema de su tesis doctoral, estamos
haciendo juntos una investigación sobre los inmigrantes chinos en Argentina y
es con quien escribí la nota sobre los prejuicios cruzados.
Tiene un interés infinito en los chinos desde la escritura Lelia Gándara (en
la foto: rulos rubios, entre Carolina Reymúndez y Ana Kuo), la semióloga
que mejor estudió los graffitis en Argentina (es la autora de Graffiti, libro que leen miles de
estudiantes universitarios). En el Nº9 de Dang Dai escribió el mejor artículo
de la edición, sobre los factores y mecanismos que intervienen en la creación
de un sinograma, un ideograma chino. Lelia asombra todo el tiempo con la maciza
y exquisita calidad de sus análisis, poderosos, profundos y fértiles.
Lelia está dando un maravilloso curso de Introducción a la
Literatura China, junto con otras de las almas de la fiesta, Ángeles Ascasubi (en la foto: debajo de Lelia, saco rojo, vaso azul),
única persona que pudo empatar con su ánimo al Chino Zhong. Ángeles es una
autoridad mundial en el enseñanza de español a alumnos chinos, y como tal acaba
de volver de México, donde representó a nuestro país en el Segundo Seminario
Internacional "América Latina y el Caribe y China: condiciones y retos en
el siglo XXI".
Una de las alumnas del curso estuvo en la fiesta, Giselle Huberman (en la foto: junto a la chica de Hong Kong, pulóver y bufanda
negros, chaleco claro), también atrapada por la luz misteriosa que
irradia la literatura china. Amiga exquisita, Giselle se acercó por una
convocatoria a productores para el programa de radio De Acá a la China, y quedó instantáneamente integrada al proyecto.
Diseñó un powerpoint maravilloso que andamos paseando con Néstor en busca de
que Dang Dai crezca en los negocios de comunicación.
Silvia Abollo (en la foto: en un vértice de la mesa, saco oscuro, bufanda
clara) es una de las profesoras que mejor conoce el idioma chino en
Argentina. Todo de aquella lengua le resulta familiar. Uno diría que piensa y
que sueña en chino. Que Silvia esté cerca de Dang Dai es el tipo de logros que
nos hacen sentir que estamos haciendo las cosas bien.
En el Nº9 Silvia presentó a Feng Zikai, un dibujante que es
medular en la conciencia china y que por estos lados nadie conoce.
Marcela Fernández
Vidal (en la foto: junto a Serena, mostrando
revista Dang Dai), también profesional de las Letras, acompañó en esta
edición nada menos que a Xul Solar en el camino del pintor dentro del
esoterismo chino. No sólo eso, también nos deleitó con el postre.
Los masters diseñadores estuvieron en la reunión: Diego Fieramosca (en la foto: bajo el televisor, arriba de Marcela) y Diego Pallanch (en
la foto: bajo el televisor, arriba de Serena). Han conseguido crear con
Dang Dai una de las revistas culturales más vistosas y mejor diseñadas de Argentina. Son un punto alto de
nuestro orgullo. Además, en este momento ya están trabajando en el rediseño del
sistema de la revista, de modo que el Nº10 inaugure una nueva etapa en el
diseño.
Los Diegos diseñadores, o los DiDí, como se los conoce en el
ámbito de Dang Dai, pudieron lucirse con el ensayo fotográfico de Nicolás Levín (en
la foto: en lo alto, pulóver rojo, cuello blanco). Las fotos impactan y
revelan el gusto de Nico por esa cosmogonía fantástica y sin límites que es la
estética china, tanto como su habilidad para tratar con los chinos de carne y
hueso, quienes posaron con gusto para él.
Nico aportó la presencia de Gabriel (en la foto: al fondo, delante del
cartel de anuncios, anteojos), un artista que había estado en la tapa de
Barzón, la revista cuya coordinación editorial está a cargo de Victoria Schirinian (en la foto: a la mesa, junto a Ángeles, envuelta en verde).
¿Y quién es esa tal Victoria? Es la editora de fotografía de Dang Dai.
Pero no sólo. Victoria también es la persona que propuso:
"¿y si en vez de un asado cocinamos?" "¿Para treinta
personas?", pregunté un tanto asustado, a lo que respondió:
"sí". Es una chica determinada. Y además es armenia, y los armenios
adoran las fiestas comunitarias.
Estuvimos, así, entre los chinos y los armenios. ¡Mamita!
Y eso que faltó la otra armenia, Anush, que es nuestra corresponsal en el Museo Nacional de Arte
Oriental.
Tampoco pudo estar el autor del otro ensayo fotográfico, Ronnie Keegan, un increíble trabajo
conjunto con una china, él desde Buenos Aires, ella desde Beijing.
Y no pudo estar Leandro
Teysseire, porque atendió a su Joaco de tres años y al otro Joaco que está
dentro de la panza de Caro, su esposa. Leandro tuvo a cargo la producción de
fotos de nada menos que Franco Macri, dueño de un tercio de Argentina, Marco
Polo argentino en China, más importante que cualquier embajador y cualquier
ministro; bueno a tremendo monstruo Leandro lo tuteó de entrada. Nos tapábamos
los oídos cuando le daba órdenes al fotografiarlo, "girá un poco el cuerpo
pero con los ojos mirame a mí, y cruzá los brazos, dale, así, bien..."
Pero sí estuvo el legendario Horacio Paone (en la foto: debajo de
Horacio, a la derecha de Chino Zhong), síntesis de la historia de la
fotografía argentina, acompañado de Patricia
(en la foto: riendo entre los 2 barbudos) y su
hija, quien se hizo cargo del legado familiar poniéndose al hombro la tarea de
la foto colectiva.
Y estuvo Manu Yomal
(en la foto: polera marrón, lentes, vaso rojo),
quien mostró la dedicación que es capaz de ponerle a una producción: para la
nota del Interior del Dragón fue varias veces al gimnasio de donde sale el
dragón, luego fue a los ensayos en un parque y luego a la fiesta de Año Nuevo
para registrar su danza en la multitud.
Varios de los argentinos que estuvieron en la reunión
estuvieron en China, unos más tiempo otros menos, pero quien más se metió en el
corazón helado del Imperio del Medio fue Alejandra
Conconi (en la foto: a la mesa, blusa rosa).
Una vez en la Embajada de China el mismísimo agregado cultural Han Mengtan me
tocó el brazo y me dijo al oído: “esa señorita habla chino perfecto”. Se
refería a Alejandra. En Dang Dai Nº9 la entrevistamos sobre el trabajo que está
haciendo en empresas chinas o argentinas que comercian con China. Tiende
puentes entre las idiosincrasias, genera entendimiento mutuo. Ardua tarea, que
muy pocos pueden hacer y ella hace con excelencia, abriendo un camino que cada
vez será más ancho.
Otra presencia de honor fue la de Roxana Huang (en la foto: a la mesa, bajo
la revista Dang Dai), directora del Instituto Superior de Intérpretes de
Idioma Chino, hermana menor de Ignacio Huang, amiga querida.
No podemos olvidar que el esfuerzo que todos hacemos para
sostener a Dang Dai y hacerla crecer debe ser traducido al mundo material. Para
eso están Alicia Canizza (en la foto: a la mesa, blusa blanca, pañuelo verde con
pintas blancas) y Gustavo Pallini
(en la foto: arriba de Carola Kuo, bigote y barba),
a quienes aplaudimos con agradecimiento. Ellos forman nuestro equipo comercial
que es el que hace entender a las empresas que no pueden faltar en el proyecto.
En nuestros brindis sonaron los nombres de otros que no
pudieron estar: Camilo Sánchez,
inspirador de Dang Dai, en un comienzo y aún hoy, que sostiene su lugar en la
isla; el arquitecto Hernán Maldonado,
quien escribió magníficamente sobre los espacios de Beijing; nuestro webmaster Gonzalo; Santiago Ortiz, nuestra alma en las redes sociales y el capitán de
nuestro programa de radio De Acá a la China; Pablo Helman, uno de los profesionales más sólidos del periodismo
gourmet que escribió la nota central sobre las perspectivas del vino argentino
en China; Andrés Ruggeri,
antropólogo enfocado en los trabajadores que analizó en Dang Dai Nº9 el
escenario de conflicto y necesidad de encuentro entre los ámbitos laborales
chino y argentino; Antonio Chang, quien también hizo su aporte en la nota de
prejuicios cruzados; los maestros de kung fu Daniel Dottore y Germán
Bermúdez; el crítico de cine Fabián
Roberti, que presentó al realizador Johnny To; Federico von Baumbach, quien trazó un impecable perfil de Juan Gelman y su vinculación con China;
Irina Ng y Gastón Pérez Ng, herederos, y finalmente nuestra musa que anda
metida dentro de las artes visuales chinas Ana
Belén Ruiz.
Fue una hermosa reunión. Me gustan muchísimo cuando un
proyecto casi imposible, una misión casi disparatada, generan redes y al fin se
arma una banda de gente.
Y creo de corazón que cuando la gente se junta, PASA ALGO.
Muchas gracias a todos.
Gustavo Ng (en la foto: bajo el matafuego, por las dudas)
* * * * * *
"No hagamos un asado. Mirá, hay muchas recetas para dips". |
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