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viernes, 20 de junio de 2014

Contacto visual


En el concierto en el Colón, estábamos en un palco alto. Entre los embates instigados por el espíritu de Chopin, el monstruo pianista Lang Lang mira a Victoria a los ojos.
Ella se queda pasmada, estupefacta, maravillada, espantada, luego turbada, finalmente enajenada y recién más tarde, quizás para siempre, fascinada.

Me ha dicho bastante en los últimos tiempos, Victoria, que estamos en momentos de la vida muy diferentes.

Cuando me dijo que Lang Lang la había mirado a los ojos recordé aquella vez, hace años, en que yo estaba buceando cerca de la Península de Valdés y apareció una ballena. Pensé que no se había dado cuenta de mi presencia, pero se acercó a mí y pasó a muy poca distancia, tan poca que toda el agua que me rodeada se conmovió, y lo suficiente para observarme con su ojo, mientras pasaba como un tren. Me miró a los ojos con su ojo, humano e indescifrable, y yo sentí lo que ahora me cuenta Victoria.












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