Kurt Vonnegut cuenta que su tío Alex al fin, ya anciano, se decidió a concurrir a Alcohólicos Anónimos. Aceptó todo lo que allí se decía sin contradicciones y con disciplina, de modo que desde entonces se presentaba de esta manera:
Mi nombre es Alex Vonnegut, soy alcohólico.
Algo así hace, sin esas fantásticas palabras, mi amigo el Pato. Su actitud de fondo es inalterable y expresa esto:
Soy el Pato, crack que no llegó.
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