Bioy dijo tan bien aquello de “el hombre es hijo de sus
circunstancias” —creo que escribió “el hombre siempre es un chico”.
A mí me apura casi todo: el miedo, el hambre, una mujer, las
hinchadas que tengo dentro de la cabeza, mi viejo, el deseo, ciertas imágenes de mí, las ganas, la felicidad de otros por lo que hago, el
instinto, etcétera.
Pero he aquí que un día creo percibir un latido interno, un compás que no tiene nada que ver con el ritmo que me
imponen rodas esas circunstancias.
Lo que me cuesta, entonces, tocar esa música en mi vida. Lo
que me cuesta acallar el barullo de afuera (del que, por otra parte, estoy
enamorado) y armonizar lo de dentro y lo de fuera.
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