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sábado, 29 de noviembre de 2014

Felino

Probablemente nadie es tan feliz como los cazadores con un nuevo día siempre fresco e imprevisible por delante.
El Gran Felino está más vivo cuando persigue a su presa. Ha clavado en ella esa fijeza implacable de sus ojos amarillos, la persigue con una fuerza que aterroriza y una determinación que no es de este mundo. Está perfectamente concentrado en el momento.
Ni el pasado ni el futuro tienen la mínima pizca de existencia.
Pero cuando la haya matado y esté tenga tiesa bajo sus garras, quedará desorientado, no sabrá qué hacer. Finalmente tratará de animarla, para que vuelva a correr, para que se mueva.

Quizás en las sucesivas reencarnaciones gane un poco de sabiduría y averigüe que es mejor jugar a matar.









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