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lunes, 30 de marzo de 2015

Querido Viejo, te mando una foto que me saqué con el Embajador de China, tu país





HELLO. GUSTAVO: HOW ARE YOU DOING? AFTER I SHOW U PICTURE  TO U
FATHER. HE IS HAPPY &LOVE IT, HE IS SO PROUD FOR U. HE WATCH  MANY
TIME ALREADY. HE SAID HE CAN"T FIND U PICTURE LAST NIGHT BUT I FIND
FOR HIM AND SAVE IN HIS CELL PHONE. HE PLAY AROUND THE CELL PHONE. MAY
BE HE WANT TO SENT U THE MESSAGE BUT HE SENT U WITHOUT WORDS. 

viernes, 27 de marzo de 2015

Soy millones


 



Con el desarrollo de tantas vías de comunicación, ahora hay muchas distancias entre las personas. Quizás siempre las hubo, pero ahora son más notorias.
Con alguien tengo una distancia interior, se podría decir subjetiva; la distancia con la imagen internalizada que tengo de alguien, el fantasma de esa persona que hago vivir dentro mío.
Pero con esa misma persona tengo otra distancia cuando nos vemos personalmente.
Y otra cuando hablamos por teléfono.
Y otra cuando hablamos por skype.
Y otra por facetime.
Y otra por mensajes de celular.
Y otra por mensaje de correo electrónico.
Y otra, ni qué decir, por correo postal.
Y por instagram.
Y otra por el chat de facebook.
Y otra por whatsapp, que aunque sea intercambio de palabras escritas, igual que en el chat de facebook o los mensajes, es una distancia específica.

Por cada vía nos decimos cosas diferentes (los temas son diferentes), la charla se desarrolla de modo diferente, y tiempos diferentes.
Incluso con modos de hablar, con voces diferentes.

Cada medio de comunicación configura a la otra persona y a mí de modo particular.


Diría que somos una persona diferente dependiendo del medio por el que nos comunicamos. 


sábado, 21 de marzo de 2015

Ecos y transparencias en el Museo del Libro y de la Lengua

 

Wang Zong Wei, leyó en chino un poema seleccionado por Lelia Gándara.
Heu Ying, leyó en chino uno seleccionado por Rubén Pose.
Wang Jing leyó en chino uno seleccionado por Ángeles Ascasubi.
Luego cada uno de los traductores leyó el mismo poema, en español.
Los poemas son parte de la colección publicada en el libro Ecos y Transparencias, que fue presentado la semana pasada en el Museo del Libro y de la Lengua de Buenos Aires, con una concurrencia maciza, incluyendo aficionados a la literatura y la cultura china, profesores y alumnos de idioma chino, referentes de la cultura porteña, periodistas y funcionarios de la Embajada China.
Ángeles Ascasubi, Lelia Gándara y Rubén Pose seleccionaron 26 entre los poemas chinos que se extienden por cinco mil años de literatura y los tradujeron.
Cada uno tuvo para la selección un criterio diferente, que explicita en un prólogo interno.
Lelia encara la constelación infinita de la poesía china, como un acontecimiento literario y lo aborda con énfasis analítico en sus tradiciones y rupturas. En el Museo de la Palabra habló de la búsqueda de la armonía y la palabra justa como una de los hilos que parecen enlazar a toda aquella producción poética, pero sin embargo aún en esos rasgos que aparecen tan genéticos, hay disrupciones.
Su introducción de academicismo exquisito no reprimió un toque personal: “me emociona trabajar con textos que no cesan”.
Ángeles Ascasubi, apasionada, entregada toda su vida a sus convicciones éticas, teóricas y estéticas, propone poemas de humanidad desgarrada. Su capítulo es “Paisaje de guerra, condenas y destierros”.
Dijo: “razones íntimas me acercan a personas que padecieron el exilio y la oscuridad. Esas personas están emparentadas con aquellas que en China sufrieron persecuciones y castigos”.
Rubén Pose, por su parte, despliega con soltura irremediable su curiosidad y gusto por lo que está del otro lado de los límites establecidos como infranqueables. Comparte nueves poemas eróticos.
Profesional de las Letras, mencionó las dificultades para traducir poemas que fueron escritos hace 500 o 1.000 años. “Para traducir esos poemas, primero tenemos que hacer una interpretación profunda de los originales”.
Con tres aportes alcanza en Ecos y transparencias para conseguir una variedad de puntos de vista que incita la palabra multiversidad. Lelia confesó que “intenté presentar una diversidad de épocas, estéticas, filosofías” y Rubén explicó que integró poemas escritos por mujeres, cortesanas, hombres que asumen la voz de una mujer… “la mayor cantidad de voces y perspectivas posible”.
La presentación fue encabezada por Evelia Romano, que coordinó el proyecto. Explicó que el título se nutre de una idea de traducción Walter Benjamin: “el eco es la posibilidad de que el original reverbere en la traducción, y la transparencia habla de una traducción que no oscurece el original, sino que, como un velo, haga deseable lo que deja entrever”.
Evelia celebró que la editorial DETODOSLOSMUNDOS tomara la vocacional decisión de editar la obra.
Lo que la entusiasta casa editora de Córdoba editó es un libro que es único, un hito en la aún escasa y sucinta historia literaria entre Argentina y China, y que podría marcar por dónde ir. No es sólo un libro de poemas sometidos a una traducción. Libros de poesía china traducida hay muchos. La mayoría son traducciones de traducciones al inglés, francés, alemán. De casi ninguno se conoce el proceso de la traducción, y entendemos que cuando la distancia entre dos lenguas es tan extrema como entre el chino y el castellano —quizás la máxima distancia posible—, el producto final casi no conserva ni evoca ni es un índice del original. Un poema escrito en chino no puede ser leído en español sin conocerse bien el proceso de la traducción, lo que incluye las lecturas, o sea la subjetividad del traductor. Estos tres traductores, con generosidad entrañable, exponen ese proceso, y así llegamos al producto final por un camino que puede llegar a ser tan conmovedor como el poema mismo.



Lelia.

Wang Jing.

Heu Ying.

Long Minli, diectora del Instituto Confucio de la Universidad de La Plata, 
Evelia Romano, Ángeles Ascasubi, Rubén Pose, Hen Ying, Lelia Gándara, Wang Ying y Wang Zong Wei.




Los otoños


Nunca sé cuándo empieza el verano, el invierno ni la primavera —y eso que la primavera tiene su marketing. Me entero que ya empezó, o lo escucho o lo veo en el almanaque, pero no son señales de la Naturaleza a la que pertenecen las estaciones. No son indicios reales.
En cambio, el Otoño, personaje triste, digno, mustio y solemne, siempre se me presenta con formalidad. Como si tocaran el timbre (“¿quién será, a esta hora, hoy? No espero a nadie…”) y allí estuviera él, muy parado, frontal y taciturno. “Buenos días, vengo a presentarme: soy el Otoño. Usted ha conocido a mis predecesores. Vengo a quedarme un tiempo. Pese a mi carácter melancólico, espero que pueda darle algunos buenos momentos”.
Muchos otoños se han presentado con una tormenta. Empiezan las tormentas locas al final del verano, hasta que algunas empiezan a madurar y amagan con dejar el frío, pero no, al agua y a un fresco pasajero sigue un calor que tiene todo lo peor del calor malo del verano: pesado, bruto, húmedo, incesante. Y cuando uno ya piensa que así será todo el año, entonces viene otra tormenta, una más, que quizás dura un más que las anteriores, y con un frío interior que se acomoda, se instala, y cuando pasa la tormenta, ya queda, naturalmente, como si siempre hubiese existido.
Me gusta mucho la llegada del otoño. Nos hemos hecho amigos. La verdad es que sí espero el momento en que me toque el timbre. Este año se ha presentado no con una tormenta, sino con este viento pampero impetuoso que llegó con puntualidad autoritaria para limpiar todo. Y a nadie le han quedado dudas de que llegó.

Quisiera que me quedaran muchísimos otoños. Quizás no me queden tantos. Quizás pueda calcular cuántos —prefiero no hacerlo. Seguramente pueda contarlos.





jueves, 19 de marzo de 2015

Sin apuro


Un jugador cachorrito confunde la velocidad con la tensión.


Pero todos los novatos, atolondrados, torpes del mundo, allí tienen a Riquelme, que toda su larga carrera insistió en que aprendieran que la rapidez no está ligada con la desesperación o siquiera el apuro, sino que se logra con lo contrario, la calma tomarse el tiempo, jugar con el ocio.




sábado, 7 de marzo de 2015

Las mariposas y la solterona. Textos de Irina Ng

Admiro a mi hija.
Los otros días me mostró algunas cosas que está escribiendo. Me autorizó a compartir en este blog estos dos textos.


Las mariposas surgían de las vías del tren. De pronto, salían una, dos, revoloteando, dando vueltas entre sí, vuelta naranja y negro, naranja y negro,. Puntos brillantes bajo el sol, subiendo primero por el andén y finalmente por los árboles y edificios. Y suena la campanilla que anuncia la venida del tren de las mariposas.


*     *     *

Era un pueblo tranquilo. Te lo digo yo. Te lo dice el librero. Te lo dice la joven viuda. Te lo dice el viejo de los dientes. Te lo dice la señora que vende animalitos de caramelo; y te lo dice la solterona eterna.
Habíase creado en paz, desarrollado en paz, y seguía en paz. Incluso cuando un hombre nació de un huevo, detrás de la panadería, seguimos en paz. Nada podía perturbarla. Así que, para no romper la sagrada tranquilidad pueblerina, decidió adoptarlo la solterona eterna. Si no lo hubiese hecho, seguramente habría revueltas, extrañezas, porque, ¿Qué ser humano nace de un huevo, y se comporta como tal? Alguien debía tomarlo como hijo, y criarlo como si fuese normal. De otra manera, quizá hubiésemos recordado con mayor avidez que nació de un huevo mientras caminaba por la calle, o quizá hubiese ido a otro pueblo y lo hubiese contado, y con eso, habría venido gente de otros países a revisar el pueblo. Y eso, habría interrumpido nuestra tranquilidad.


El caso es que esta solterona eterna, que soñaba con tener un hijo a su avanzada edad, sin necesidad de un hombre, logró su cometido. Apenas el pequeño nació detrás de la panadería, donde los hijos del panadero empollaban el huevo con la esperanza de obtener lagartijas o iguanas, ella lo adoptó.







viernes, 6 de marzo de 2015

Hable con él

En un sueño, entré por la ventana de la planta alta a una casa en un barrio de chalets. Había una revolución. Todo era un caos, no había gobierno, ya no había propiedad privada, todo se había subvertido. La calles estaban desiertas, salvo cuando aparecían algunas personas corriendo. Yo había andado todo el día y estaba agotado. Entré en un cuarto chiquito, con una cama individual, un ropero y una silla, y me tiré a dormir. Desperté (siempre dentro del sueño) en la última claridad del día, cuando ya nada se puede distinguir, y había una persona sentada en la silla, vestida de negro y con la cara negra. No me asusté, pero le pregunté quién era, y antes de que respondiera ya vi que era el Demonio. Me dijo que no era malo, que en algún momento los hombres tomaron su cara para ponerle imagen al Mal, pero él no tenía la culpa. Su tono de voz apacible me convenció y charlamos agradablemente durante un largo rato, hasta que volví a dormirme.



Zamba para no morir


La Zamba para no morir está hecha de un desgarro que ni el mismo autor de la letra, Hamlet Lima Quintana, ni los diferentes intérpretes que han cantado, han llegado a comprender. Un poco mejor comprendieron quienes hicieron la música, Norberto Jorge Ambrós y Héctor Alfredo Rosales.
El poema de Lima Quintana tiene toques inspirados en medio de una cantidad de convencionalidades. Dice “con el cuero asombrado me iré” y “Veo el campo (…) y estas ganas de amar”. Es un caso muy típico de un artista que consigue convocar algo suculento y luego le da forma con lo que tiene a mano, en general materia mediocre.
Entre los cantantes que hicieron versiones, abrió camino el estridente Hernán Figueroa Reyes, que entendió la zamba con todo lo que tenía, no más que una voz tersa y estridencia. Luego encuentro en youtube, que Abel Pintos hizo algo perfecto; más perfecta aún hay una rareza de L'Arpeggiata, formación de una austríaca Christina Pluhar que grabó con instrumentos barrocos una colección de temas folclóricos latinoamericanos, cantada por un soprano Vincenzo Capezzuto. León Gieco tiene una versión más cercana a la tragedia que es el asunto del tema. Y Mercedes Sosa hizo la mejor versión, que parece insuperable. Como muchas cosas que hizo ella, luego de escucharla no se sabe cómo podrá hacerse otra vez. Sin embargo, tiene el pecado insoportable de creer que la música es linda porque se la haga agradable.