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sábado, 20 de febrero de 2016

Derrota Nunca

Camilo me recuerda la respuesta de un viejo orangután cuando le preguntaron si no apoyaba la repatriación de los restos del General Juan Manuel de Rozas: “No, de ningún modo.  Ahora, si me piden que firme por los restos de Perón, firmo en el acto”.
En el momento de esa afirmación Perón estaba vivo.
Una genialidad la del orangután, inimitable.
Quizás él hubiera estado de acuerdo que no es tan fácil ser peronista. Es fácil subirse al camión de peronistas como joven romántico, pero ser forjado por la experiencia peronista es otra cosa.
Muchos son admiradores, fans, seguidores, incluso émulos de los peronistas, pero tener instinto peronista, reaccionar como un peronista, poner el cuerpo por peronista, llorar adentro por Evita, no es tan fácil.
Los peronistas posiblemente sean los que más defectos tengan, pero difícilmente veamos a un peronista glorificando la derrota.
No se regocijará en la derrota, no la buscará, ni siquiera la aceptará.
He escuchado decir que este es uno de los defectos de los peronistas.
Al peronista no le sobra nada. No puede darse el lujo de la derrota. La derrota es la muerte para él, porque él juega todo lo que tiene al triunfo.

¿Cuál será el campo específico para el entusiasmo y la exaltación de la derrota propia? ¿El psicoanálisis? ¿La deportología? ¿La politología? ¿La estética?






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