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miércoles, 26 de octubre de 2016

La fantasía de nuestra madre

  
Estos días se me presenta la fantasía de que el amor que nuestra madre nos tuvo a mi hermana y a mí, existe como una especie de poder que continúa después de su muerte, hace casi un año.

El alma, el Cielo, Dios, la Virgen, todo eso son fantasías.

Pero pueden ser hermosas fantasías, y quién dice que las fantasías no ayudan a vivir.

Incluso pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Por eso me gusta la fe, que es una elección. Es elegir que una fantasía es posible.

Como decisión, creo (como crear) en la fantasía de que el amor de nuestra madre es parte de este mundo, no del más allá, y que influye y nos beneficia.

También creo que tenemos que trabajar para que ese beneficio resulte en algo bueno. No es nada más quedarse sentado y esperar.

Ahora que escribo esto, me parece que lo que digo es de una simplicidad muy boba. Pero es lo que tengo en la mano.

No tengo ese sentimiento sublime de que nuestra madre era una santa y era pura bondad. Es más, si me pongo a revisar su vida, tengo muchos enojos y negrísimos reproches.

Más bien, he liberado mis sentimientos. No los fuerzo al homenaje, hoy que ella cumpliría años si estuviera viva, pero tampoco al olvido.

Y lo que aparece es esta fantasía.



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