José Hurtado
Villegas construía incesantemente trampas para cazar animales que no existían.
— ¿No te importa
cazar, José?
— ¿Qué quieres
decir? Para cazar es que invento las trampas.
— Pero son trampas
para animales que no existen.
— Existen. Cuando
concibo la trampa, los invento.
— Ay, me parece que
otra vez no nos entendemos. Mira, otros cazan conejos, y comen conejos, ¿tú qué
comes?
— Pues, los
animales que creo.
— ¡Pero si no los
cazas!
— Los concibo.
— ¿Y de qué te
sirve?
— ¿De qué sirve
comer siempre lo mismo, lo que ya sabes cómo es, lo que ni siquiera sabes cómo
es porque no tiene importancia?
— Pues, que te
mantienes vivo.
— No vives con eso.
Vive tu cuerpo.
— ¡Y bueno!
— No te alcanza,
hombre. No te alcanza para vivir. Necesitas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario