Creo que hay una
diferencia crítica entre incidir sobre la realidad esforzándose por cambiarla y
por otro lado, tratar de forzarla.
Uno puede
esforzarse por llevar las cosas lo más lejos adonde pueden llegar, porque
rindan todo lo que pueden rendir, porque sean todo lo fértiles que pueden ser, porque
se doblen todo lo que pueden doblarse, porque crezcan todo lo que pueden crecer.
En cambio, intentar
forzarlas es pretender que las cosas den lo que no es su naturaleza dar.
La primera maniobra
puede resultar, la segunda jamás.
Ahora, me parece
interesante que por naturaleza, los mandatos que no salen del corazón, los
ovarios, los huevos, las musas, Dios o algo así, digamos de adentro, pertenecen
indefectiblamente a la segunda categoría.
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