Despertó tarde. La
luz y el aire del día estaban plenos y entraban por la ventana sin moderación. Alfredo
sintió que le perduraba el estado de la noche anterior. Se había dormido sin
consciencia casi, con la cabeza hecha una esponja maciza, sin alma. Efecto de
la droga que habían tomado. No era nada diferente a lo que le sucedía siempre,
pero esta vez aún sentía los efectos luego de haber dormido. Tuvo un instante de lucidez
para darse cuenta de eso y apenas amagó con alarmarse volvió a hundirse en el
sopor de la nada.
Así anduvo, a los
tumbos, abombado, hasta que una eternidad más tarde, casi imperceptblemente empezaron a emerger, desde el fondo, como burbujones
grandes y lentos desde el lecho del agua, algunos amagues de pensamientos. Pensamientos
sin borde, difusos, sin estructura. No podía atraparlos, apenas le traspasaban
la mente como posibles sombras.
Sin embargo, creyó reconocer
con claridad que en algún momento aquella chica Lucía y él se abrazaron con entrega. Se habían abrazado sin mesura.
Habían caído uno al otro, sin control. Podían estar haciéndose mal, pero no
podían evitarlo, porque estaban inertes. Los huesos de los pómulos se apoyaban
unos contra otros torturando la carne y se besaron con las bocas metidas una
dentro de la otra, una sola carne mojada que no se buscaba porque ya se
había encontrado.
Eso que pasó, ese
abrazo, hizo de ellos una sola cosa. Los fundió en una cosa que vino de otra
realidad y era más que ellos. No vino a instalarse en esta realidad —Alfredo sentía
que ese recuerdo podía borrársele en cualquier momento y ya nunca sabría qué sucedió — pero tendría efectos a través de ellos. Ellos
no tendrían poder sobre lo que sucedió, y aquel recuerdo o fantasía, o sueño,
brotaría y rebrotaría hasta que murieran. No habría nada entre ellos, como no
lo había habido y como no lo podría haber jamás, porque no se
interesaban uno en el otro, ni tenían algo en común; nunca habría nada entre
ellos, salvo ese abrazo. Pero ese abrazo, sobre el que no tenían ningún poder,
era lo que cada uno de ellos tenía de diferente en su vida, y era lo que les
daría significado a sus vidas.
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