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viernes, 27 de abril de 2018

Más que profético


El Tano se murió de lo mismo que lo mataría ahora, si se enterara que su muerte pasó completamente desapercibida. A nadie se le movió un pelo porque se haya muerto. La vida de todos los que lo trataban o conocían no se alteró en lo más mínimo por su muerte. Muy loser, el pobre. Algunos se confunden, ¿murió o no? Al instante se olvida, porque, ¿qué importancia tiene? Es como si se hubiera muerto igual que un referí no da los cuatro minutos de alargue que tiene que dar al final del segundo tiempo porque el resultado del partido ya estaba puesto desde hacía rato.


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