El lenguaje crea realidad, antes que expresarla.
Esta es una de esas obviedades que descubrimos una y otra vez,
y volvemos a maravillarnos y vuelve a sumergirnos en la comprensión del mundo.
Desde "En el principio fue el Verbo" hasta la
explicación de la obra de Borges que hace Piglia, etc.
Larguísimo etcétera. A cada paso encontramos esta clave.
El castellano es una lengua maravillosa, bien usado puede
crear realidades en forma potente y hermosa.
Los buenos discursos[1]
no son mensajes que da lo mismo decirlos en un idioma que en otro, ni son un contenido
con una calidad intrínseca que se mantendrá independientemente de la manera en
que se usen las palabras, o sea, se diga como se diga.
Es lo que hicieron algunos oradores de nuestra historia
argentina: Alfredo Palacios, Evita, Ricardo Balbín, el Che Guevara, Hebe de
Bonafini, Yrigoyen, Perón.
El discurso fue considerado —se estudió, se enseñó, hubo
escritores notables que se dedicaron a ello— un género literario.
Los discursos que quedaron en la historia tienen una
percepción fina de quienes escuchan, son perfectamente entendidos por todos a
la vez que ofrecen guiños, complicidades y mensajes entrelíneas para quienes
entienden. Apelan a la vida de cada persona del público y del público como un
solo organismo. Tienen estructuras precisas; los mejores, estructuras
originales. Esas estructuran llevan al público por un viaje en el que descubre
datos, vive diferentes emociones, razona, comprende, utiliza su experiencia.
Usa metáforas, alegorías, parábolas, paradojas, hipérboles, repeticiones: todo
tipo de figuras retóricas. Cita frases, refranes y anécdotas que el público
reconoce y en el momento resultan reveladoras.
Después de Hebe de Bonafini hace un tiempo, no hay nadie que
sea capaz de sintetizar la realidad, habilitar en quien escucha su crítica,
trazar una nueva realidad, demostrar que su propuesta es buena y encender el
entusiasmo y las ganas de hacer.
[1] Me refiero a la vieja acepción, la pieza
de oratorio que alguien dirigía a un público, no al discurso tal como se lo
concibe ahora, como cualquier enunciado o trama de enunciados, con énfasis en
su elaboración, casi sinónimo de relato, para expresar algo, ya sea en forma
oral como escrita.
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