Entre las palabras que le faltan al castellano está el
nombre específico de esa incomodidad de dos personas que han anhelado
largamente encontrarse y finalmente se encuentran.
La palabra debería contener la sensación que tienen las dos
personas de no conocer el código de tratarse físicamente.
Y también debería expresar el desconcierto por esa ignorancia,
que contrasta espantosamente con la confianza que ha crecido, hasta llegar
niveles muy profundos, por carta o por chat.
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