En diferentes sectores sociales domina una actitud de
desaliento y renuncia, de darse por
vencido, con la idea de que "económicamente me fue bien con los de antes,
pero eran unos corruptos; por eso voté a
estos, y están haciendo un desastre económico. Ma sí, yo me gasto lo que pude ahorrar, y que sea lo
que dios quiera".
La vena política
manda no estar conforme con esto, tomar el destino en manos propias. Si esta gente está haciendo todo mal, tiene
que ser desplazada por otros. Pero esa oposición no aparece. Está bien exigir
que haya políticos que se pongan al frente,
pero y si no aparecen, ¿qué hacemos? Los intelectuales están mudos, los
sindicalistas están aplastados, los
políticos están paralizados. Está bien que esperemos de ellos que hagan lo que
deben y no están haciendo, pero tampoco podemos depender solo de ellos.
¿Qué podemos hacer?
No tengo idea. Sólo
sé que si nos desactivamos va a ser peor.
No sé qué debemos
hacer, pero tengo tres convicciones: estar alertas y dispuestos a hacer algo
que nos parezca bien, estar juntos y mantener la fe en las personas con las que
compartimos convicciones y sentimientos,
y poner el cuerpo. Aunque sea tímidamente, tres minutos en la
manifestación que se arma en la esquina porque hay un corte de luz y no lo
arreglan.
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