Mi tía Rosita no sabe nada de política. Recuerda que cuando
era chica Evita era muy buena, y muy brava defendiendo a los humildes, como su
familia. Recuerda que su mamá la amaba. Ella, que ahora está viejita, la ama
igual. Siempre le regalo una foto de Evita y ella le sonríe, le toca la cara en
la foto, con sus dedos torcidos, y le da un beso.
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