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domingo, 19 de abril de 2020

Los grasas




Cualquiera de mi edad puede recordar que a Luca Prodan —que fue a la misma escuela a la que la Reina Isabel mandó a sus hijos— le gustaban los grasas.

Ayer alguien me dijo que hacer determinada cosa era una grasada.

¿Qué es lo contrario a grasa?
No sale la palabra contraria fácilmente, medio que hay que inventarla. Quizás es porque quien califica a alguien de grasa, no quiere ser comparado con el grasa.
La comparación lo pondría, de algún modo, en un mismo nivel.
Claramente, quien piensa en términos de grasa, tiene un escalafón en la cabeza. El grasa está abajo, él está arriba.

Tener en la cabeza la categoría grasa es tener el germen que acaba generando acciones nada simpáticas, como rugbiers matando a patadas a un grasa o violando y matando a María Soledad Morales, un Gobierno que promueve el odio a los extranjeros, heredero de otros que asesinaban a los indios en masa.

Los progres tenemos en la cabeza el germen del escalafón.
Está presente en nuestra fe en la posibilidad de mejorar, de crecer o desarrollarse.
Sentimos que alcanzamos la realización mejorando.
Y nos apremia la responsabilidad del desarrollo, ¿o quién va a ser tan necio y malvado de no hacer todo lo que tenga a su alcance para que sus hijos desarrollen al máximo sus capacidades? ¿No es eso lo que los hará felices?
Calvino o Lutero entendía la vida como un don de Dios equivalente a un jardín: nuestra deuda con Dios se paga haciéndolo florecer.

Hablo de progres: el Progreso es mandato moderno. Orden y Progreso.
De allí derivaron las teorías evolucionistas, que ven que los mexicanos son menos evolucionados que los WASP, los sirios son menos evolucionados que los húngaros, los chinos son menos evolucionados que los ingleses, los africanos son menos evolucionados que los chinos.

Los progres están a favor de los pobres, incluso algunos hacen obras de bien para los negros, pero aclaran con determinación de hierro que no son parte de ellos.
Cuando mi hija se puso de novia con un villero me agarró un ataque de concha.

En ese ataque estaba el germen que establece arriba-abajo, superior-inferior.
Y ya sabemos: lo superior tiene derecho sobre lo inferior.

Por mucho que un progre declame el derecho a la diferencia, a la inclusión, a la realidad multiversa, a la bandera de wiphala, el germen que lleva adentro ubica unos diferentes arriba y otros diferentes abajo.
¿Y él, dónde se ubica?
Arriba, naturalmente.

Quien entra por la puerta que abre ese germen, quien se llena la boca con la palabra “grassssa”, “grasada”, es altamente probable que acabe nazi.


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