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sábado, 26 de diciembre de 2020

La verde Navidad del 20

Primer mensaje 

Mensaje de hoy a mi prima Miriam, que vive en Coruxo, Galicia:

Hola Miriam, me pregunto si las costumbres de Navidad son las mismas en Galicia y en Argentina. 

La familia Lorenzo de este lado del mar tiene la tradición de reunirse dos veces, la noche del 24 y en el almuerzo del 25. 

Para el 24, montamos un arbolito de Navidad y un Pesebre. 

La cena es de gala; algunos visten algo rojo, en el menú hay ensalada rusa y chancho, de entrada hay vitel toné y luego de la cena viene la mesa navideña, con turrones, frutas secas y pan dulce. 

A la medianoche se brinda con sidra y todos se saludan con besos y abrazos como en la misa cuando el cura dice "Daos la paz entre vosotros" (en la misa, el cura habla el castellano de España).

Algunos forajidos tiran petardos y fuegos artificiales, otros se quejan de que asustan a las mascotas y a los autistas.

Para entonces, deben aparecer mágicamente los regalos al pie del arbolito: fue Papá Noel.

Cuando había muchos chicos en la familia, llegaba Papá Noel en persona y repartía regalos que llevaba en una bolsa. 

Al día siguiente los niños se empecinan en romper los juguetes y al mediodía se come como si se anunciara el desabastecimiento total en el año entrante. 


Segundo mensaje 

Mensaje a Gaby respondiendo a “qué hiciste en Navidad”:

Fue una Navidad muy pandémica.

Hicimos reuniones virtuales con mis hijos y su madre, como si cada uno estuviera en una nave espacial en un rincón perdido del cosmos, y luego otra con mi padre y mi hermana, también desde nuestras naves.

A medianoche, un distópico brindis desolado con mi amigo Pablo, que el día anterior me había estado trabajando una muela, en ese agujero negro de la Plaza Houssay, embarbijados los dos hablando de lo que hablamos todo el tiempo, política y Boca.

Y comentando de otro amigo, que estaba viviendo horas de angustia porque es de los de riesgo y estaba con los síntomas.


También recordé a los muertos. Me pareció importante, este año.

La Navidad no sobrevivió a mi madre.

Y no se armó Navidad en la casa de la madre de mis hijos desde que nos separamos, cuando los chicos eran chicos. 

Mis hijos son personas sin Navidad en su pasado.

Su madre no cree en la Navidad.

Este año les pedí para mí, que me sentí frágil por los meses de encierro, que hiciéramos una reunión virtual de media hora.

Mi hija Irina, que ha empezado a tomar todo en sus manos, convenció a su madre de que hicieran un arbolito de Navidad para esa reunión.

Colgaron en sus ramas todos los nombres de las personas que sintieron cercanas a ellas, sus hermanos y a mí.

Vivos y muertos.

Humanos y mascotas.

Yo nunca había visto a todos los nombres juntos.

Vi las fotos del árbol en el celular y lo apagué, y fui hasta la ventana y me quedé mirando las nubes, no sé cuánto tiempo, con el celular apretado dentro de mi mano.

Era un árbol de Navidad perfecto, con las raíces y el tronco central en una madre gigante como es Marina y en su hija. El árbol siempre son las mujeres.


En realidad, todos habíamos quedado en presentar un arbolito.

Fer, desde la casa rodante en la que vive en Edimburgo, mostró su guitarra transformada en arbolito con luces.

Santi y yo nos olvidamos.

Al día siguiente les anuncié que finalmente tenía mi arbolito, que había surgido de un modo muy diferente. 

Durante el encierro, se me dio por crearme la compañía de plantas. Vivo en un lugar tan pequeño que no puedo tener más que las plantas que puedan vivir en macetitas. Una amiga me contó que en Tailandia la gente se tomó la costumbre de arrojar las semillas de las frutas que come por las ventanillas del auto cuando anda por los campos, para reforestar. Me gustó la ocurrencia, y entonces sembré semillas de mandarina en un frasco con tierra. No tenía ninguna esperanza de que surgiera nada, y nada pasó durante varios meses, pero un día las semillas empezaron a brotar, hasta que surgió un ramo de plantitas muy verdes.

Comprendí que ese era mi árbol de Navidad, surgido de la esperanza, la desesperanza, la soledad y la compañía. 


Tercer mensaje

Describo mi árbol de Navidad a mis hijos

Son unas plantitas de unos de semillas de mandarina que escupí en un frasco. 

El paño verde que se ve atrás es una corbata que me dieron antes de la pandemia, un día en que me disfracé de Perón. Las que organizaron la fiesta eran unas bravas Evitas feministas y a todos los Perones nos pusieron corbata verde.

Ahora tengo el desafío de convertir las plantitas en árboles. 





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