Todas las razones para procrastinar son buenas:
Para liberar tensión.
Para resistir algo que uno no quiere hacer.
Para madurar algo que uno sí quiere hacer.
Para disfrutar algo que uno sí quiere ser.
Para divertirse.
Para desalienarse.
Para cagarse en que el tiempo es oro —el tiempo de uno es oro de los garcas que se quedan con nuestro trabajo. Este motivo va contra el capitalismo y su explotación.
Leonardo Da Vinci hizo el Moisés en una procrastinación.
Beethoven escribió la Tercera Sinfonía procrastinando (tenía que entregar una pieza al emperador), Mozart compuso una serie de obras porque le costaba ponerse con el Requiem, Goya hizo todas sus pinturas negras porque le hinchaba horriblemente tener que hacer retratos de la familia del rey.
Picasso, Benjamin Franklin, René Favaloro, Jimmy Connors, Eleanor Roosevelt, Marlon Brando dieron lo mejor de sí como producto de la procrastinación.
Tal vez Jesucristo se hizo profeta procrastinando porque quería zafar de la carpintería.
(Todo esto lo averigüé procrastinando).
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