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domingo, 16 de mayo de 2021

La mamá internada en el Hospital Durand

 La mamá de una amiga se contagió de covid. Tiene 84 años. La internaron en el hospital Durand. Conozco ese hospital. No hay cartelitos en inglés, ni health-marketing, ni promoción de los servicios de hotelería. No sobra nada.

No sobra electricidad.

No sobra gasa.

No sobran medicamentos.

No sobran sillas de rueda.

No sobran tiempo de trabajo, ni energía de los trabajadores, porque todo el tiempo que tienen, toda la capacidad, la ponen en los pacientes.

La concentración del trabajo es total, minuto a minuto.

La médica más admirable que conocí en mi vida, la Doctora Mónica Santana, cuando estaba en el servicio de neonatología, ponía tanto esfuerzo en el bien de los chiquitos como en explicarle a las madres lo que pasaba, en el lenguaje de las madres. Así fue como descubrió que las mamás bolivianas son unas mamás extraordinariamente dedicadas, tanto que terminan sabiendo tanto como los médicos. 

La Doctora Santana descubrió eso porque su necesidad de que los chiquitos estuvieran bien era tan intensa que necesitaba conocer a fondo las condiciones de la vida de sus pacientes, es decir, básicamente sus mamás.

Bien, en ese hospital internaron a la mamá de mi amiga, de 84 años, algo obesa y asmática. 

Hoy mi amiga me confesó, sobrepasada por la emoción, que sentía un agradecimiento enorme por la gente que trabaja en el hospital, por el hospital, por el modo en que están atendiendo a su mamá.

La mamá ya lleva 15 días entubada.

Me dijo que en el hospital armaron 7 terapias intensivas de covid, porque la capacidad del sistema está sobrepasado. 

Para definir al hospital, usó las palabras que yo sentía: “no les sobra nada, y sin embargo, contienen a muchísimas personas enfermas como mi mamá”.

Bravo por esos trabajadores.






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