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lunes, 13 de septiembre de 2021

Elecciones PASO 2021, un enredo de contradicciones

Cosas que me pasaron en las elecciones de ayer:


1. Un hombre y una mujer se encontraron en la puerta del colegio donde votábamos. “¿Qué hacés, tanto tiempo?” Luego: “tus chicos”, y “cómo anda José”, y “te fuiste a España”, y así. Cuando se despiden: beso en la boca. 


2. En el cuarto oscuro miro las boletas. Pienso que los amarillos se presentan y a la vez están preparados para dar un golpe de Estado.


3. Una chica entra con un perro al salón-cuarto oscuro. Mientras la chica vota, el perro se pone a cagar.




Los diarios deben decir algo porque salen todos los días, igual que los periodistas deportivos tienen que decir algo porque necesitan llenar cientos de horas de radio y televisión.

Hay que decir algo, y como no se tiene algo para decir, se atrapa una idea, tal vez propia, más probablemente ajena, y se la machaca en la cabeza del público hasta que esa cabeza tiene la forma monstruosa de esa sola idea, que en muchos casos es tonta.


“El Pueblo nunca se equivoca”, “la gente es idiota, vota a los que endeudaron al país: a sus explotadores”: entelequias de politiqueros. 

Hay tendencias, y es complicadísimo comprender el juego que arman y su resultado en las elecciones.

Hay “Gato, Reposera, nos cagaste” y hay “Alberto no hacés nada, el kilo de carne cuesta igual que un kilo de auto”, y “Milei es diferente, basta con peronistas, todos viejos”, “los peronistas son corruptos”, “basta de planeros, que trabajen”, “nosotros también queremos ser conchetos”, “con el Gato veníamos mal, le votamos en contra; con Alberto, las cosas siguen mal, tomá, le votamos en contra también”, etc.


Tenemos varios enredos de contradicciones. Pareciere difícil que propios e indecisos voten con entusiasmo por un gobierno cuyo objetivo prioritario y mayor en los primeros 100 días (los que todo gobierno tiene de changüí) fue hacerse cargo del cagadón gigante que hizo Macri, y que por haberlo hecho perdió.

Un gobierno que puso su épica al servicio del factor de fracaso de aquel al que derrotó.

El gobierno entero se armó como un negociador de la deuda que armaron Macri, el FMI y los poderes financieros de Occidente. Toda la economía quedó en suspenso hasta que se consiga ese objetivo. El único plan económico es pagar la deuda.

La mística es volver a poner las cuentas con el exterior al derecho y entonces garantizar la estabilidad económica.


En política, la mística es garantizar el Estado de Derecho ante el embate general en Occidente de la ola neonazi que en la región golpeó en Brasil, Bolivia, Ecuador.

Garantizar la estabilidad económica e institucional son ineludibles, pero es difícil ganar el apoyo mayoritario en unas elecciones si no se planta algo en el futuro, si no anuncia que se pondrá en juego todo lo que se tiene para que nuestros hijos tengan una vida mejor que nosotros, para que comamos asado todos los domingos, para que los recién casados se puedan comprar una casa, para que el día que nos jubilemos no tengamos que preocuparnos por la plata, para que los trabajadores de la salud sean reconocidos y honrados por todos, para que, en fin, los argentinos tengamos algunas alegrías.


Quizás los votantes sintieron que este simple asunto, “que tengamos algunas alegrías”, no le llegaba a los oídos del Gobierno.

Un Gobierno que le paga millones a Clarín para que Clarín le haga llegar cosas espantosas del mismo Gobierno a los oídos de la gente.

En vez de escuchar, el Gobierno parece decir “sabemos qué les pasa a ustedes, no necesitamos que nos cuenten. Sabemos que están hartos de la grieta”, y entonces se ilusionó con que estaba por encima de la grieta. Como la grieta se siente cuando los poderosos braman, el Gobierno le concede a los poderosos todo lo que piden. No braman, no hay grieta. Pero lo que le concede es la plata de la gente. Suben los salarios 27%, pero al otro día los poderosos que ponen los precios, suben los precios 40%, y el Gobierno, para garantizar la estabilidad institucional y para superar la grieta, deja hacer.


También es enredo de contradicciones la derrota de 38% a 34% en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna Kicillof, para muchos el as en la manga para el futuro. 

Se argumenta que no hubo votos contra Kicillof, sino contra la política económica nacional, en la que el gobierno de la provincia no tiene mayor incidencia.

Además de que quizás sí podría tener más incidencia, contradice el razonamiento la victoria contundente en el partido de La Matanza (provincia dentro de la provincia) de 44% contra 25%. La Matanza sufre tanto o más que la provincia en general los problemas económicos nacionales.

Podría ser que un elitismo político en el armado de las listas haya pateado en contra.


Tercer enredo de contradicciones: hablando de elitismo, quizás también contribuyó a la incapacidad de escuchar a todos los argentinos el hecho de que el gobierno está armado con una fuerte carga porteña. 

Un gobierno de peronistas de la ciudad donde el peronismo es no sólo derrotado siempre, sino además aborrecido.



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