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lunes, 27 de junio de 2022

Acostados

Tengo la impresión de que las chicas pueden acostarse juntas y es parte de la amistad, no tiene por qué involucrar algo sexual.

Pero con los varones no es así.

Una vez nos acostamos juntos con Marisa y se enojó conmigo para siempre porque la busqué, siendo que éramos amigos.

Cuando me separé de Rosario, muy triste me emborraché con mi amigazo Pedro, me tiré en el piso en posición fetal y Pedro, viéndome llorar, me consoló haciéndome cucharita. Pero al rato tuve que irme porque no sé si despierto o dormido, empezó hacer movimientos que iban a terminar mal y yo no quería.

Nos acostamos para charlar, lado al lado, el día que nos conocimos con Brígida. De esa noche nació Iñaki.

Con mi prima Nora nos acostamos en la cama de nuestra abuela, que había muerto hacía unos días. Yo vivía en la misma casa de mi abuela con mi familia, y Nora había llegado para el velorio con su familia desde Trelew y se quedaron unos días. Una tarde se habían ido todos y quedamos solos Nora y yo, y nos acostamos a charlar. No sé porque nos acostamos en la cama de mi abuela, quizás porque nos gustaba esa intimidad. La intimidad era porque era nuestra abuela, o sea nuestra familia, y porque estábamos solos en la casa en silencio, con todas las luces y el televisor apagados, y porque nos gustábamos. Éramos chicos, íbamos a la secundaria. Nos acostamos mirando el techo y charlamos de todo, pero en un momento, Nora se dio vuelta y se acostó mirándome. Yo también me puse de costado y quedamos mirándonos a los ojos, con las caras muy cerca. Mientras hablábamos, yo me colgué mirándole la boca y ella siguió hablando, pero se sonrió porque se dio cuenta, y entonces la besé y ella también me empezó a besar.

Con Adri veníamos con un embale tremendo, pero cuando nos acostamos estuvimos tan tranquilos como dos perros viejos. Nos pusimos los dos mirando para el mismo lado, yo le puse la mano arriba de la panza como para darle calor, y nos quedamos dormidos así.

Cuando nos acostamos con Mario yo estaba aterrorizado de que se le ocurriera empezar, porque me lo había anunciado. Pero se portó bien.

Cuando estábamos en pareja con Rosario, una vez nos acostamos con su hermana. Era su hermanita, siempre habían dormido juntas. Cuando nos acostamos los tres, Rosario y yo teníamos 21 años y la hermanita tenía 17. Rosario estaba en el medio. Entre la hermana y yo nos empezamos a tocar por arriba de Rosario. Quizás la hermana estaba dormida. Quizás Rosario también. O quizás los tres estábamos despiertos.

Cuando nos acostamos con Juli yo le tenía mucho respeto, mejor dicho, le tenía miedo, y entonces me dormí duro con la orden de no zarparme. Al otro día me dijo “qué hacés, cagoncito”.





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