En China siento que las últimas décadas se ha admirado mucho a Estados Unidos.
Mucho.
Ha sido -continúa siendo para muchos- la América de nuestros abuelos.
Miles de familias mandan a sus hijos a estudiar a las universidades norteamericanas.
A esto se superpone el sentimiento que gana protagonismo estos días entre los chinos: “Estados Unidos no nos va a pisotear”.
Ante la arrogancia de Estados Unidos, que tuvo un momento de éxtasis con Trump y que ahora Biden desarrolla con una batería de manotazos, surge el nacionalismo chino.
Desde China se ve a Estados Unidos saliendo a prender fuego el mundo para poder mantener su lugar como primera potencia mundial.
El embate parece desesperado, como una reacción a la amenaza de la pérdida de la primacía.
En el avión que me trajo desde Estambul hasta Guangzhou volví a ver Lo que el viento se llevó.
Al principio de la película aparece un texto que dice:
Hubo una vez una tierra….
Aquí fue donde se vio por última vez… al Amo y al esclavo.
Sólo la encontrarán en libros, porque ya no es más que un sueño recordado.
Una civilización que se fue con el viento.
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