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martes, 7 de febrero de 2023

Piropos

Voy a respetar el pedido de Rodolfo Navas de no mencionar su nombre para contar esto. 

Siempre fue muy piropeador. 

Pero con altura, ¿eh? Ninguna grosería, nada soez, ni atrevido.

Era de los piropeadores galantes, y un toque juguetón.

Una típica manera de abordar a una señorita en la calle era: “Disculpe, es probable que nunca más nos crucemos, así que me veo forzado a hacerle una pregunta: ¿se casaría usted conmigo?”

Pero los tiempos cambian y Rodolfo Navas ha aprendido cabalmente que su conducta de toda la vida ha pasado a la categoría de acoso sexual y es definitivamente cancelable.

Ahora, cuando pasa al lado de una señorita que le arranca suspiros a su corazón romántico, Rodolfo Navas mira al cielo y dice bajo: “Dios mío, Dios mío”.




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