Por dejar que las manos y el corazón sean agarrados por el cariño que está en un mechoncito de pelo de nuestro hijo cuando era bebé, o una corbata que era de nuestro padre, o un collar de nuestra madre, nos perdemos de vivir el cariño que fluye todos los días, que está vivo, que nace y muere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario