En este momento hay dos traiciones políticas.
Una del Pueblo.
Otra de la Gente.
La traición del Pueblo es consabida: un gobierno garca lo empobrece y entonces vota por un gobierno populista que mejora su situación. Cuando está mejor, se cree perteneciente a la clase de los chetos, y vota a un gobierno garca, que lo empobrece, y así.
La traición de la Gente parece más complicada.
Según algunos intelectuales, la Gente es aquella parte de la clase media que ha tomado la forma del progresismo.
Como progresista, está a favor de la equidad social-siempre que no pierda sus privilegios —porque eso la hace medio intelectual, lo que es una forma de ser superior.
Este sector considera al resto de la clase media como grasa.
Los grasas van a Miami, los progresistas van a Praga. Son padres de hippies con OSDE y de latinos solanas.
La equidad social es una entre otras reivindicaciones menos políticas que sociales: los derechos humanos, el feminismo, la ecología, el arte.
Cuando apareció el gobierno de los K, que puso estas causas en la agenda política, el progresismo fue feliz y se hizo peronista.
Se hizo peronista porque los K cumplían lo que ellos querían, o sea, ser más.
Estaban contentos recuperado el gobierno en el 19, pero Alberto ha tomado las causas progresistas de una manera tan timorata que se le han caído en el inodoro.
El hecho de que haya recompuesto parte de la situación económica con más actividad económica, con baja en el desempleo, dándole a muchos la posibilidad de unos días en un centro turístico, de arreglar la casa, de tener un trabajo, en total de estar mejor que hace cuatro años, al progresismo no lo contenta.
El progresismo está insatisfecho porque este gobierno no atiende sus demandas.
La Gente no quiere escuchar que hay sectores sociales que están bien, sólo repite que la inflación es altísima, que hay un 40% de pobres y otras desgracias.
La Gente, en fin, está dejando de ser peronista.
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