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miércoles, 8 de noviembre de 2023

Huérfanos después de la pandemia

 Sentimos que faltan elaboraciones de la pandemia. 

Qué pasó. 

Hubo interpretaciones instantáneas de los filósofos rock stars, tan inmediatas que casi parecieron profecías. Biffo, Byung-Chul Han, Agamben , Zizek. Pero se quedó ahí. Después empezamos a quedarnos huérfanos de explicaciones, y ahora que la pandemia está en suspenso o que ya pasó, o que está en suspenso, o que ya pasó, nos quedamos llenos de cosas, pero sin palabras propias de los que dicen lo que pensamos todos pero no podemos formular.

Alguien debería decirnos que el estado de pandemia nos pegó en lugares muy primitivos del cerebro. Que nos clavó un palo en el miedo al hambre. Que nos dio un garrotazo en el lugar donde tenemos miedo de la guerra. Y todavía tenemos el palo clavado. Todavía tenemos miedo de morirnos.

Y necesitamos que alguien nos explique que la pandemia nos puso en un estado de insensatez.

Y que nos diga que la pandemia nos tiene la cabeza hundida en una histeria porque todo se va a ir a la mierda y entonces explotamos en la contrafobia, como los norteamericanos que entran en estado de pánico y empiezan a disparar en todas direcciones su arma con los ojos cerrados.


A mediados de los 90 intenté recolectar historias de vida de personas que fueron militantes políticos entre 1966 y 1976. Me contaron cosas diferentes, pero todos coincidieron en que nunca antes habían contado lo que hicieron esos años.

Alguien me recuerda que no se pudieron editar los libros de Primo Levi sobre lo que había vivido en Auschwitz hasta entrados los años 60.

Quizás hace falta una perspectiva.

Quizás aún estamos dentro del pozo.


Pero mientras estamos en este estado de indefensión, cada uno con su consciencia abombada en soledad, suceden cosas que, por estar vulnerables, nos pueden hacer mal. 


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