Este pobre infeliz empleado de Eurnekián y su club de
pedófilos, viene a destrozarnos como hicieron los torturadores de la dictadura.
Al que tenga un sueño, lo correrá para cortarle las manos y
así no pueda construirlo.
Al que no tenga un sueño, lo domesticará y se lo entregará al club de Eurnekián.
Conviene tener un sueño.
Si tenemos algo por lo que pelear, pelearemos.
Si no, dejaremos que nos violen, a nosotros y a nuestros
hijos, diciendo: “a mí nadie nunca me regaló nada; yo, trabajo”.
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