En aquel verano, enero, febrero de 2002, habían brotado muchas asambleas barriales.
Como soviets, decíamos.
Habíamos echado a los políticos, se habían ido todos.
Nos burlábamos.
En las discusiones parecía que Argentina se encaminaba a tener un gobierno hecho de las asambleas de vecinos. Mirabas de reojo al hincha de San Lorenzo que tenía puesta la camiseta y pensabas si iba a ser el Ministro de Deportes, y mirabas a la doctora jubilada, o jubiladísima, y marxista, militante y "ahí está la Ministra de Salud".
Fue LISÉRGICO
Los políticos volvieron y se hicieron cargo.
Pero ver los funcionarios de ahora.
Ese Marra, el matón estúpido. Ese otro que juega todo el día a la PlayStation. Esa que viene de tener un nailspa.
¿No es más extremo aún que el sueño de las asambleas barriales en el poder?
¿Entonces tuvimos éxito?
¿Qué pasó?
¿Y qué hacemos ahora?
¿Qué espacios para hacer algo?
¿Qué canales tenemos para que fluya nuestra acción?
¿Las asambleas barriales?
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