Hago 10, 15 actividades cada día.
Con ellas escribo una lista en la agenda diaria.
También en la agenda semanal.
(Soy de esa gente que necesita calendario. El calendario —los calendarios— es un toc. Si no marco en el calendario —los calendarios— lo que tengo que hacer, no lo hago, porque mi memoria sólo registra algunas anécdotas de Jesucristo, algunas jugadas de Zidane y de Riquelme , las voces de mis hijos y algo que leí anoche escrito por Marguerite Duras).
Mis muchas actividades están prolijamente escritas a mano en los calendarios del día y de la semana, pero en cambio, sólo muy pocas son las que asiento en el calendario anual.
¿Cuáles? Las que me parecen excepcionales.
Y me parecen excepcionales por singulares.
De alguna manera, de ellas brota el sentido que alimentan todas las otras.
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