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viernes, 25 de marzo de 2011

Comentarios sobre lo que sucedió en la Plaza de Mayo el 24 de marzo de 2011, a 35 años del golpe militar

Cynthia puntualiza que mi comentario de ayer 24 de marzo de 2011 es sombrío. Tiene razón, especialmente porque me lo dice después de que estuviéramos en La Plaza.

Faltó Hebe (hizo el acto en el Mercado Central). Eso duele. Pero también responde a que la lucha contra la dictadura es finalmente liderada por el Gobierno Nacional. Nos concentramos y embanderamos cuando el Gobierno fue rotundo representante de los enemigos, pero ahora podemos expandirnos. Así fue que hubo distensión anoche en el acto de Abuelas y Madre Línea Fundadora.

No la hubo tanto en el acto previo, de las organizaciones de izquierda que acusan al gobierno de Cristina de continuar el menemato y mantener el aparato represivo. Proyecto Sur copó la plaza durante todo el acto y detrás llegó numerosísimo el Partido Obrero, reclamando por su mártir Ferreyra —no escuché en sus varias columnas consignas por los 30.000 desaparecidos.

Cuando llegaron Madres y Abuelas la plaza se llenó de algo diferente. Había un sentimiento de respeto muy compacto. Era este cuadro: en el piso una masa, segura y distendida, de cientos de miles de jóvenes y en el escenario hablaban las viejitas, madres y abuelas, con los cuerpos endebles y la moral maciza, afirmada hasta lo inquebrantable con la eternidad de jueves que dieron la vuelta a la Pirámide de Mayo en esa plaza, con gente que las apoyaba y en soledad, incluso con gente que las insultó y la policía que las reprimió por caminar. Esas viejitas eran invencibles allí. Y era impresionante el tema de la juventud de los manifestantes. Si me apuran admito que la edad promedio no legaba a los 30. No es que faltáramos los viejos que estamos cada 24 de marzo, sino que los pibes eran muchos. Eran los que estuvieron en octubre pasado, cuando murió Kirchner, y es como si ya hubiesen madurado algo. Todos pibes que no habían nacido cuando empezó la dictadura. Han escuchado la historia de nosotros.

La realidad se encarga, de esa manera, de entender que la dictadura no fue sólo los siete años de espanto, sino aquello que los fundamentó y aún nutre miserias violentas.

Y ante eso, una masa enorme de personas. Que no estaban en otro lugar: estaban allí, en La Plaza.

35 años después. ¿Se han seguido reuniendo 200 mil personas 35 años después de acontecimientos similares en otros lugares del mundo?

Es cierto, Cynthia, estuve sombrío. Hay mucha gente haciendo lo mucho que aún hay que hacer.

Manu Parra, 21 años.

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