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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Palabras


Por una calle de Barrio Norte, Pacheco de Melo o Azcuénaga, este hombre (parecía extranjero, holandés o francés) llevaba en el hombro un loro. Escuché al loro: "este es mi Hijo Bienamado".

Otro. Este era un linyera que estaba borracho en la penumbra maciza del sector de Plaza Houssay ocupado por los miserables. Pasé cerca y oí que pronunció mi nombre. Me detuve a observarlo para descubrir quién era. Quién, que yo conocí, se derrumbó con el vino hasta llegar a esa penumbra, o quien se volvió loco o por algún motivo se zafó de la vida hasta acabar tirado ahí. Por un instante no pude reconocerlo porque me tenía los ojos clavados sin piedad. Luego lo miré bien: no era alguien que conociera. Me pidió un faso. Le dije que no fumaba y seguí andando.

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