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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Palo con botón



La primera  vez que llegué a la ciudad vi inmediatamente los palos en las esquinas, cada uno con su botón azul. Algo en mí supo inmediatamente que debía detenerme y comprender para qué servían, pero otro algo concurrió a borrármelos de la percepción, haciéndome encoger de hombros y naturalizándolos, total, hay tantas preguntas que uno anda sin contestar.
Ahora, finalmente, he vuelto y estoy parado frente a un botón. Está exactamente a la altura de mis ojos, como para mirarlo todo el día, parado aquí. Puedo esperar a que pase alguien y preguntarle, pero no tengo paciencia.