Usted habrá visto afiches con el tema de hoy: Día de la
Lucha contra el Cáncer de Mama.
Cualquier día de lucha está bien, en principio, pero no
habría estado mal, de todas maneras, que se hubiese llamado más sencillamente El Día de las Tetas.
Amigas queridas, celebradas, adoradas, incluso veneradas,
las tetas. Las lindas, las feas; las grandes, las chicas; las de carne, las de
plástico.
Bienvenido sea un día dedicado a cuidarlas. Protegerlas.
Mimarlas.
Levantemos una copa de leche en honor a las tetas que
amamantaron a gente que nació un 19 de octubre:
El
escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Nobel de Literatura en 1967.
El
portentoso jamaiquino Peter Tosh.
El
cineasta Adolfo Aristarain, revelador de las tetas de la Chona.
El indio Patoruzú, ¡la leche tehuelche que habrá mamado!
Vinícius
de Moraes, brasileño amante de todas las tetas como ninguno. ¡Qué poema nos
haría Vinicius en este momento para admirar, reverenciar, idolatrar a las
tetas!
Festejemos,
por qué no, las tetas de Teresa de Calcuta, beatificadas con ella el 19
de octubre del 2003.
Y hurra por las tetas de todas las madres, esposas,
hermanas, amigas e hinchas de Los Pumas, que el 19 de octubre de 2007
obtuvieron aquel gran tercer puesto en el Mundial de Rugby.
Le ganaron a Francia. Sin revanchismos, también ovacionemos
las tetas francesas.
Señora, señorita, no se ofenda si hoy un muchacho la mira
fijo sus atributos. Marido, novio, no se ponga celoso. Las tetas son ocasión de
alegría y de fiesta.
Festejemos cuidando.
Cuidemos festejando.