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domingo, 19 de mayo de 2013

El miedo a la oscuridad



Mi amiga Laurita podía saber, en una habitación a oscuras, si había otras personas. Una vez estábamos en casa de mi abuela, la dejamos en el dormitorio con los ojos vendados y con la luz apagada entraron mis tres primas. Entonces le preguntamos si sentía que alguien había entrado y salido o si se había quedado. Hizo silencio un rato hasta que los oídos se nos acostumbraron al silencio, y entonces dijo con una voz fuerte y rara: "en este lugar hay tres mujeres más". Yo sentí que se me heló la sangre y en el mismo instante, una de mis primas dio un alarido de terror. Corrí a encender la luz, la luz amarilla y mortecina del dormitorio de una vieja, y vi a mis primas con cara de horror y a Laurita muy tiesa, con una mirada que no era suya. Luego, se fue reponiendo y volvió a ser ella.