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lunes, 17 de febrero de 2014

La intuición de los lectores


En Cien años de soledad hay un personaje que se pasó toda su vida encerrado leyendo una enciclopedia, y cuando salió al mundo conocía todo, hasta detalles que era imposible que estuvieran en la enciclopedia.
Es una vieja fábula: quien ha leído mucho, lo sabe todo.
Yo cambiaría saber por intuir.
Con tanto que ha leído Irina, no me asombra que tenga intuición de lectora. Un día, de la nada comenzó a encuestarme: cuáles eran los tres libros que más me habían marcado y cuáles lo tres mejores que había leído. Le respondí torpemente, como se responden en el momento preguntas que requieren mucho tiempo de elaboración. En tanto, de la silla en que yo estaba sentado colgaba mi mochila que tenía en su interior La infancia perdida, de Graham Greene. Había manoteado el libro de la biblioteca sin saber en absoluto de qué trataba, pero cuando dejé a Irina en la estación para que tomara el tren de regreso a su casa, me he puesto a leerlo y no pude salir de mi asombro: es el libro que Greene escribió respondiendo exactamente a la pregunta de Irina.


 

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