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domingo, 25 de enero de 2015

Tres dioses


Carmela Díaz Guillón, otra vez borracha.
— Ay, ¡yo quiero sex and drugs and rock and roll, baby! —
Dirigiéndose a uno:
— Estoy enamorada de vos porque ¡sos un chongazo! ¡mirate! Dios mío, esa mirada de fuego negro que tenés, papá, cabalgame como una yegua, ¡desmayame! Y a vos —mirando a otro—, te llevo a una casa al lado del mar en otoño, para que me hables, al lado del hogar encendido, con el ruido del mar y todo lo demás en silencio, y que me hipnotices con esa voz grave que tenés, que parece que viaja desde el pasado. Y vos, vos —al tercero—, que sos un desatado, que ya no existen cadenas para vos, vos llevame adonde vas, loco sin refrenos, perdido, llevame a las montañas de China, a esa isla donde son todos anarquistas, a ese lugar donde en vez de casas son todos templos; llevame, mostrame todo, amame en todas partes, vendeme como esclava, remontame como un barrilete, haceme volar sobre las fronteras. ¡Ay!, son tres dioses, estoy enamorada de vos, de vos y de vos. ¡Estoy perdida con los tres!
— Qué pena, nosotros no estamos enamorados de vos.





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