Leí en algún lugar
que el voto positivo para Scioli en las últimas elecciones presidenciales apenas
superaba el 20% y que el voto positivo al PRO era aún menor.
No es de extrañar
que apenas el Gobierno del PRO empezó a tomar decisiones en contra del interés
de la gente, se haya levantado un murmullo de desaprobación.
A esta altura el
grito es fuerte.
Este mediodía en
una zona más bien alejada del centro de Buenos Aires (San Juan y Jujuy), no más
de 10 docentes con uniforme de maestros de Jardín de Infantes cortaron sólo una
de las vías de Jujuy, con carteles. Muchos automovilistas hacían sonar sus
bocinas en apoyo a esa tímida microprotesta.
Sorprendentemente
muchos, tomando en cuenta que hace un año y medio el PRO obtuvo en esta ciudad
el 64,78% de los votos.
No nos extrañaría
en absoluto que muchos de los que daban bocinazos a favor de los docentes hayan
sido parte de ese porcentaje.
Cuando confronto a las
personas que se quejan con el hecho de que ellos votaron al PRO, la respuesta
más usual es que “todos los políticos son corruptos”.
De esa manera,
mantienen su afirmación de haber votado contra el peronismo y vetan la gestión
actual. Y también se lavan las manos.
La posición masiva
que siento que ha tomado la sociedad es la de “ellos —políticos— son corruptos,
nosotros —la gente— no. Los apoyamos en las elecciones, pero ya no los
apoyamos. Nos mantenemos limpios”.
El razonamiento se
sigue de “no me meto”, “me meto en mis cosas”, etc.
La raza más
miserable de los humanos es la de los cobardes que, al ver una violación, miran
rápido para otro lado y huyen.
El cobarde sentirá
que está limpio, porque no violó, pero sabe que es cómplice del violador.
La sociedad
argentina le ha dado un cheque en blanco para que gobiernen a unos clubes que tienen
lazos carnales con otros clubes más poderosos.
En la historia argentina,
el barro podrido de las clases bajas y medias les ha subido de vez en cuando.
Siempre respondieron ganando el poder legal o ilegalmente, y haciendo
retroceder la invasión.
Son esos clubes los
que destituyeron a Yirigoyen y a Perón, y los que pusieron en el poder a los
militares en 1976.
Este juego no tiene
nada que ver con la Ley ni con la Democracia, ni con la Constitución.
Es una cuestión de
intereses.
Ellos son los
dueños. Quieren ser dueños de absolutamente todo, y si algo los amenaza, son
capaces de cualquier cosa.
Ahí está el
ministro de Educación diciendo que su plan es una nueva Campaña al Desierto.
El presidente del
Banco Central diciendo que comprar un teléfono era una ilusión creada por el populismo.
El ministro de
energía subiendo el gas 400% de un golpe.
Son perfectamente
impunes.
Los militares que
gobernaban en 1976 no se atrevían a tanto.
Bueno, estos son
sus jefes.
El presidente dice que
las escuelas públicas son instituciones a las que “se cae” y la vicepresidenta
evalúa que deben suspenderse las próximas elecciones.
Quienes, entre los
que se refugian en “son todos corruptos”, quisieran hacer algo, no ven qué
pueden hacer.
Y realmente, no hay
muchas vías de acción. La violenta escena de una sociedad gobernada por los
clubes que hace 40 años pusieron militares para aterrorizarla, se completa con
una oposición autocastrada, compuesta por un desbande de fuerzas que por alguna
misteriosa razón abdicó del poder mucho antes de las elecciones del 2015.
No hay muchas vías
de acción.
Pero hoy esos 10
docentes protestaron. Y mucha gente los estaba apoyando.
Este viernes 24 de
marzo se cumplirá otro aniversario del inicio de la dictadura militar instaurada
por la gente que hoy está en el Gobierno.
Las marchas evidenciarán
en todo el país que la violencia inmunda que movió a torturar y matar con saña
demoníaca a los militares, hoy está desatada en el poder.
Uno no tiene más que
salir de su casa y acompañar la marcha. Tres cuadras. Dos. Una. Poner el cuerpo
una cuadra.
El que no lo haga
perderá absolutamente el derecho a indignarse.
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