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sábado, 29 de julio de 2017

Marcela en la estación de tren

En una vida, Marcela, mamá soltera, abandona a su bebé en el hospital porque tiene síndrome de Down. Nadie la puede culpar. Es muy pobre. Sus padres la necesitan; el padre está enfermo, la madre no puede cuidarlo sola, y ella tiene que salir a conseguir plata. Los días que hay mucha nieve le cuesta salir. A veces la leña no alcanza y hace mucho frío en la casa.  ¿Qué vida la daría? ¿Qué ropita le podría comprar? Alguien la adoptará, estará bien.

Piensa que en un mundo paralelo las cosas podrían ser diferentes. Se ve a sí misma con su nenita ya de tres años, en una estación de tren. Es un día extrañamente dulce en medio de un invierno muy crudo. Marcela le canta una canción y le aplaude el ritmo, las dos palmas contra una manito que la nena deja en el aire. La nena tiene unos anteojos de marco rojo que ella le compró. Termina la canción y Marcela la abraza muy fuerte, la envuelve con el abrazo y apoya su cabeza contra su cabecita, tapada con una capucha, y la nena se deja abrazar, feliz. Sólo conoce la felicidad.





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