“Le pegaste en la
estructura”, me dijo Mariela.
Y yo me quedé con mi propia estructura cimbrando por la frase de Mariela.
Otras expresiones
para decir más o menos lo mismo también me parecen muy buenas: “cortar hasta el
hueso”, “tocar el nervio”.
En portugués se
dice “topar fundo”. Y un psicólogo en Rio de Janeiro me dijo, una vez que un
enamoramiento me había llevado más lejos que cualquier otra cosa me hubiera
llevado hasta entonces “mexe com o sentido”.
Ayer quise
explicarle a una amiga cómo fue el dolor que sentí una semana atrás y me
encontré diciéndole que el dolor “había alcanzado el sentido de la vida. Los
días siguientes me quedé desorientado, sin saber para qué vivía”.
Hoy me cuelgo observando las fotos de una artista y sé que penetran por mis ojos, por mi nariz cuando inspiro, por los poros de mi piel como se chorrea un líquido por los ejes que giran dentro de un motor, hasta las paredes de las venas. Allí se filtran y se meten en el torrente sanguíneo e impulsadas por mi corazón llegan hasta todos los extremos de mi cuerpo, y hacen contacto con mis nervios. Entonces se produce una electricidad, y esa electricidad altera mi cerebro, mi cuerpo, mi existencia.
Al poco tiempo de mirar una de sus fotos, comienzo a ser otro. Puedo sentirlo claramente.
Creo que exactamente eso es lo que sucede con el arte.
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