Una amiga vive con angustia el haber cumplido 59 años.
No le falta razón.
Decir tengo 59, tengo 35, es obedecer el patrón del tiempo
lineal que, como la razón, tiene vocación de tiranuelo. Hay infinitas
instancias que están fuera de la jurisdicción del tiempo lineal (los sueños,
los momentos en que uno se absorbe en una tarea, cualquier recapitulación,
cualquier momento en que se engancha alguna de las muchas edades que se tienen
dentro, etc.), pero luego se presenta Cronos como el Inapelable.
Allá él.
Se lleva nuestro cuerpo; más allá de eso, lo alimentamos sólo si
queremos.
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